viernes, 15 de marzo de 2013

Su primera homilía


No dijo a su primer convento Cristo:
"Id y patrañas predicad al mundo";
sino les dio cimientos de certeza;


( Paraiso c.XXIX, 109)

La primera homilía del Papa ha sido escueta, sencilla, breve y contundente. Propia de un párroco que sabe lo que se hace con la feligresía que tiene delante. No sólo ha hablado del Diablo en ella, cosa insólita, sino que en un breve esquema de caminar, edificar y confesar, ha puesto los puntos sobre las íes de todo lo que debe ser la reforma esperada de la Iglesia delante de sus eminencias los cardenales de la Santa Iglesia Romana. Veamos la prédica papal tomada de la página de la Santa Sede:



En estas tres lecturas veo que hay algo en común: es el movimiento. En la primera lectura, el movimiento en el camino; en la segunda lectura, el movimiento en la edificación de la Iglesia; en la tercera, en el Evangelio, el movimiento en la confesión. Caminar, edificar, confesar.
Caminar. «Casa de Jacob, venid; caminemos a la luz del Señor» (Is 2,5). Ésta es la primera cosa que Dios ha dicho a Abrahán: Camina en mi presencia y sé irreprochable. Caminar: nuestra vida es un camino y cuando nos paramos, algo no funciona. Caminar siempre, en presencia del Señor, a la luz del Señor, intentando vivir con aquella honradez que Dios pedía a Abrahán, en su promesa.
Edificar. Edificar la Iglesia. Se habla de piedras: las piedras son consistentes; pero piedras vivas, piedras ungidas por el Espíritu Santo. Edificar la Iglesia, la Esposa de Cristo, sobre la piedra angular que es el mismo Señor. He aquí otro movimiento de nuestra vida: edificar.
Tercero, confesar. Podemos caminar cuanto queramos, podemos edificar muchas cosas, pero si no confesamos a Jesucristo, algo no funciona. Acabaremos siendo una ONG asistencial, pero no la Iglesia, Esposa del Señor. Cuando no se camina, se está parado. ¿Qué ocurre cuando no se edifica sobre piedras? Sucede lo que ocurre a los niños en la playa cuando construyen castillos de arena. Todo se viene abajo. No es consistente. Cuando no se confiesa a Jesucristo, me viene a la memoria la frase de Léon Bloy: «Quien no reza al Señor, reza al diablo». Cuando no se confiesa a Jesucristo, se confiesa la mundanidad del diablo, la mundanidad del demonio.
Caminar, edificar, construir, confesar. Pero la cosa no es tan fácil, porque en el caminar, en el construir, en el confesar, a veces hay temblores, existen movimientos que no son precisamente movimientos del camino: son movimientos que nos hacen retroceder.
Este Evangelio prosigue con una situación especial. El mismo Pedro que ha confesado a Jesucristo, le dice: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Te sigo, pero no hablemos de cruz. Esto no tiene nada que ver. Te sigo de otra manera, sin la cruz. Cuando caminamos sin la cruz, cuando edificamos sin la cruz y cuando confesamos un Cristo sin cruz, no somos discípulos del Señor: somos mundanos, somos obispos, sacerdotes, cardenales, papas, pero no discípulos del Señor.
Quisiera que todos, después de estos días de gracia, tengamos el valor, precisamente el valor, de caminar en presencia del Señor, con la cruz del Señor; de edificar la Iglesia sobre la sangre del Señor, derramada en la cruz; y de confesar la única gloria: Cristo crucificado. Y así la Iglesia avanzará.
Deseo que el Espíritu Santo, por la plegaria de la Virgen, nuestra Madre, nos conceda a todos nosotros esta gracia: caminar, edificar, confesar a Jesucristo crucificado. Que así sea.

 

Hoy muchos católicos de estampita -el género es inmortal aunque se disfrace de nuevas tecnologías- han tomado la cita de León Bloy, uno de los grandes signos de esta homilía, para ponerla como frase del Papa Francisco en típica foto. ¡Por favor! la cita es grandiosa porque el Papa la dice en este momento y circunstancias citando a quien cita expresamente. No robemos autorías intelectuales ni hagamos al Papa cómplice de ese robo. Aparte que la frase en sí es un ad hominem propio del espíritu exaltado de León Bloy contra el católico tibio que en teología moral estricta sería argumento falaz. El que no reza a Dios, simplemente no reza a Dios sin más implicaciones. Como digo, son las circunstancias las que hacen grandiosa esta frase en boca del Papa.



León Bloy es conocido, aparte de su denuncia del mundo moderno, por su repulsa del católico aburguesado, tibio, indolente. Para León Bloy, visionario y fiel devoto de La Salette, la Iglesia está llena de estos católicos corruptos. Digamos que es como Kiko cuando habla despectivamente de "los cristianos de domingo" o "religiosos naturales", sólo que en católico. Kiko tiene sus visiones y Bloy las suyas. Esto es lo interesante y el arma de doble filo de una reforma carismática. Benedicto XVI también citó en su Pontificado a famosos visionarios. De hecho un punto de su magisterio fue el mensaje de Fátima y el mal que había dentro de la Iglesia. Sea lo que sea, el nuevo Papa ha querido que su primera cita en el magisterio sea para un autor como Bloy. "Quien no reza al Señor, reza al Diablo". Ahí me las den todas. Hubiera sido muy fuerte citar eso de no podéis servir a dos señores, pero los dos señores del Evangelio pesan mucho ante las eminencias y del resto de católicos corruptos en esa cita de León Bloy: non potestis Deo servire et mamonae (Lc 6, 13). La solución para servir al amo es construir sobre roca, rezar. "Haced penitencia, haced oración y por los pecadores pedid perdón" decía el mensaje de Fátima.


M.D.

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